sábado

El país grave

Esteban me contó un día de un país muy particular que conoció en uno de sus viajes.

Este era un país GRAVE, done la gravedad siempre era mayor. Los retos, las conversaciones, los romances, los engaños, hasta los árboles y las flores tenían un aspecto distinto al que estamos muy bien acostumbrados.

Gente solía morir en otoño, y en invierno, las lluvias resultaban fatales.

Me contó también que el simple echo de acostarse era una agonía, ya que para levantarse

necesitaba la ayuda de al menos 7 personas, por lo que descansar, se hacia de pie (en caso

de hacerse).

Sonreír era un privilegio del cual solo aquellos que realmente tenían la grave sensación de

hacerlo, lo hacían. Tornándose en un mar de caras largas que expresaban sus pesados días

a través de graves de descripciones.

Se preguntarán, qué motivó a una persona tan libre como Esteban quedarse en tal horrible lugar.

Como todo hombre, este tuvo una debilidad tan pesadamente obvia, que ustedes, ya la habrán de haber imaginado.

Una mujer.

Una mujer ligera a la cual realmente no recuerdo el nombre y tampoco creo q influya mucho en el transcurso de la historia.

"Me hubiera gustado mucho que la historia la hubiera contado el mismo Esteban, pero se

encuentra no se donde haciendo algo que no me es muy claro, pero de todas maneras haré mi mayor esfuerzo en relatar con mi necia capacidad de escritura, la historia con la misma

emoción que el me la contó."

Teniendo ya sus pesados bultos, dispuesto a largarse tan pronto el trastoso tren llegara a

la estacionada estación, Esteban esperó y esperó, los largos y quejumbrosos minutos

pasaron, pasaron y siguieron pasando como quien come maní hasta que, al pensar justamente en maní, se largó Esteban a comprar algo que disminuyera su aburrimiento (por lo usual, comida).

Como cual fulano dice "una cosa lleva a la otra" tomó Esteban su gran y gordo equipaje

disponiéndose a regalarle a su estomago algo que disolver, cuando no pasó absolutamente

nada si es que esperaban que pasará algo, ya que la mujer anteriormente mencionada no

aparece hasta que Esteban ya se había decidido a quedarse un par de días mas, debido a que

el tren venía con retraso por el exagerado hecho que 3 gordos habían subido al tren,

aumentando así el tiempo de viaje en una semana, cosa de la cual, por supuesto, se enteró

en el minuto menos apropiado, escuchando una conversación en el baño debido a que aquellas galletas de avena habían tenido un efecto bastante pocomucho esperado.

Créanme que es muy difícil explicar el tono de voz q poseía la gente de este raro país,

pero su extravagante forma de hablar es dificílfacil de olvidar:

- El tren viene con retraso

- ¿A que se debe?

- unos gordos se subieron en la estación "T"

- ¿En la estación "T"? ¿La del guardagujas?

- No lo recuerdo, mucho tiempo que no voy a esos lugares

- ¿Que tanto retraso escuchaste que traía?

- por lo grave, una semana.

Y así fue como desalentado, y luego de haber adquirido una gran musculatura, se levantó,

subió a duras penas sus pantalones, lavó con gran pesadez sus manos, se las secó contra los

pantalones, tomó sus cosas a vista y paciencia de estos 2 lugareños quienes lo miraban con

toda la anormalidad del lugar.

Tomó el primer taxicabinacolectivocoleto, lo cual era casi lo mismo que irse caminando ya

que debido al peso del gran conductor y los bultos hacia que el auto se moviera con la

agilidad de un repollo morado.

Se devolvió hacia la anciana que lo estuvo hospedando todos estos días (da la casualidad de que aquella anciana era su abuela).

Al bajarse, habiéndole pasado ya la tarifa al gigantesco conductor. Contrajo sus músculos,

logrando así abrir la gravísima puerta del taxicabinacolectivocoleto, un pie tras otro, un

quejido tras otro, logró deshacerse del asiento que lo consumía poco a poco.

"La mochila" pensó inmediatamente luego de haberse separado de su acompañante de fierro forjado, cuando escuchó una voz femenina, ligera, aguda pero no desagradable.

- ¿Le ayudo señor?

- ¿Señor? ¿Pero por quien diablos me has tomado?

- Por alguien a quien le cuesta mucho moverse, y hacer algo tan simple como recoger su

mochila.

- Pero tu no tienes mas que mi edad, y aun así te mueves con toda la soltura del mundo ¿acaso este peso no te afecta?

- Claro que no.

- ¿Podrías decirme por que?

- Por que simplemente no quiero que lo haga.

Así como llego se fue, habiéndole pasado la mochila se alejó dando unos saltitos bastantes graciosos. Embobado como un perro mirando a su dueño disfrutó del cortísimo espectáculo

como su hubiera durado 6 vidas enteras.

Al recordar que aun tenía la mochila en su mano, recordó que todo era mucho mas grave en

aquel país, pensó en entrar a la verticalmente achatada vivienda pero el recuerdo de

aquella mujer aun estaba fuertemente aferrado a su pensamiento.

- ¿y si voy tras ella?

- Pues entonces hazlo (le respondió un perro q lentamente pasaba por su lado).

- ¿Crees q será lo correcto?

- Estoy más que seguro.

- Pero va mucho más rápido que yo, y además tengo esta pesada mochila.

- ¿Realmente necesitas la mochila?

- Pues claro mi señor canino, la necesito.

- Déjamela a mí, yo cuidare de ella hasta tu regreso.

- ¿Haría eso por mi? ¿Aunque sea yo un desconocido para usted?

- De todas maneras, te he visto recorrer este país entero caminando, estoy seguro que no

eres de aquí, ya que no he visto a ninguna persona recorrer con tanta ambición el país

propio, quizás un par de niños durante sus juegos, pero con el pasar de los años estos se

estancan en un lugar para no volver a mover siquiera un músculo.

Ahora ve a buscarla antes de que me arrepienta.

- Muchas Gracias estimado amigo.

Y dejando amablemente la mochila junto al sabio animal, corrió como no lo había hecho antes detrás de aquella mujer.

El resto de la historia no alcanzó a contármela, debido a que se durmió al recordar el gran

cansancio que sintió luego de aquella maratónica persecución.

Antes de acostarse me dijo que me contaría el final durante la mañana, pero cuando vine a tomar desayuno encontré una carta en la cual me explicaba que había decidido viajar nuevamente, o quizás a buscar algo, lo que pase primero.